domingo, 25 de enero de 2009

12:34

No quería escribir, sabía que si no lo hago se oxidan estos dedos, pero definitivamente anoche no quería escribir, ni salir a la calle, ni dibujar, ni ver televisión, ni dormirme. Un extraño estado de desencanto que se confunde entre depresion y tedio. Ya no me siento así.

¿Qué me animó entonces a escribir? el reloj del celular, que como anunciando algun designio matemático de domingo, se ilumino sin razón aparente a las 12:34 del dia de hoy. Uno, dos, dos puntos, tres, cuatro. Son numeros que no dicen nada por si solos, pero en ese orden y con la puntuacón intermeda, me dieron ganas de sentarme a no decir nada, pero escribir algo por amor a lo sagrado, que si no me hundo en el Nintendo.

Cuando empecé a escribir aqui, no pasaba una semana sin que alguna idea se quisiera escapar para venirse a descansar acá, pero ahora es tan esporádico que a no ser por qué esta pagina aparece en mi HOME del internet, ya me habría olvidado de venir a saludar, al igual que todos los que alguna vez entraron a dejarme algun mensaje, yo me habría desaparecido entre las busquedas de google y el messenger.

El hecho es que ya estoy escribiendo aqui otra vez, y antes de que termine enero para por lo menos haber puesto dos cosas en mi pizarron virtual, con la ligera preocupación de no tener una meta a largo plazo, ni con el blog ni con mis decisiones, veo a mi alrededor gente creciendo y me dan flojera, envidia y un poco de curiosidad. ¿de donde salen las ganas de seguir adelante? ¿de donde la inquietud de iniciar un proyecto, de huir de la ciudad, de entregarse por completo a un futuro planeado y calculado?

A mi me da miedo hacer planes más lejanos a una semana, voy a pensar sobre ello y la próxima vez que se me ocurra porque, volveré, ahora me gana la prisa, se supone que le voy a hacer un bien a mi cuerpo si lo uso para algo más que estar sentado, vamos a ver como funciona eso de inscribirse a un gimasio, un abrazo a todos los que por aqui siguen pasando, de vez en cuando, como el cometa Haley.

viernes, 2 de enero de 2009

Disculpe el abandono, viví huyendo del espejo.

Se me olvidó diciembre, así como olvidé las tablas y las equivalencias químicas, abandoné las letras que aqui debieron de haber. Pido perdón a quien todavía se asome por acá.

Se oxidan los dedos cuando se escribe poco pero más se oxidan los insectos esos que dan vueltas en la cabeza que ayudan a expresar las palabras y los azares. Se va el 2008, es 2 de enero y se siente como detenido, no veo ya el reloj por temor a los espejos, que solo enseñan está barba que crece y esos ojos de podría estar mejor. ¿Será que el ánimo no sale los primeros días del año? La anualidad es siempre marcada por promesas sin cumplir.

Soñé el otro dia que iba en un barco a cuba, recuerdo que mi subconsciente soñador fue muy detallado en muchas cosas menos en los lapsos de tiempo, apenas zarpaba del puerto de algúna ciudad imaginaria, ya estaba con algunas personas que supuse conocidos departiendo en el crucero con destino a la habana, poco después llegábamos a puerto y entonces la vida real se colaba entre los sueños recordandome que habia dejado el pasaporte y la cartera en el buró junto a mi cama. Siempre le he temido a los imprevistos que te dejan en el limbo, ¡que pasaría si salieras del país sin pasaporte? en el mar ni a quién le importe, pero una vez viendo tierra firme pertenecerías al incierto club del indocumentado en tránsito. Esto fue un sueño pero a veces siento que los días que me presionan son igual de invocadores al limbo como ese buque que navegaba a una puerta cerrada.

Se trata de vivir entre días brincando de un momento a otro, buscando evadir con la mayor astucia los limbos que se cuelan en los vacíos legales de la indecisión de cada quien, yo por mi parte, involuntariamente puse todo en pausa durante un més, me acuerdo de pocos días de este diciembre pasado, solo se que gasté mucho y dormí más, que volví a ver los volcanes que le devuelven treinta años a mi padre y me recuerdan a mi abuela, que nueve días de mi viajero en egipto se sintieron mes y medio, que cada año navidad pierde magia y gana coversación, que la familia siempre calma y que me da pánico enero. Incierto e impertinente Enero, con sus treinta y un días de horas vacías que habrá que llenar con ménos pena que gloria, que no avecina nada, que se antoja echarlo atrás.

Disculpe usted señor blogspot por el abandono de un més, es solo que corría de los espejos que uualmente traen malas noticias, esas que hablan de un mundo adulto y serio, al que me rehuso a pertenecer aunque los años me digan que se me hace tarde, que se van los trenes y los otros crecen orgullosos de dejarse atrás, que la salud es importante, que es posible estar feliz y aburrido al mismo tiempo, que viene un año largo y no se sabe a donde va.

Salgo de mi casa sin cartera y pasaporte, los veo ahora, cansados sobre el buró de mi cuarto.