viernes, 24 de octubre de 2008

Apatía viviendo entre días.

No se por que será que hay semanas en las que uno amanece más lúgubre y ménos ordenado. ¿Cómo es posible que el viernes en la noche esté escribiendo aqui en lugar de estar en algun garito haciendo ab-uso de alcoholes y de horas? No lo sé. El caso es que hoy estoy un poco más apático que de costumbre, buscandome en las palabras escritas para no decir nada y para que no se me haga viejo el blog.

El aburrimiento es un estado total que suele ganarle a otros sentimientos más productivos, hoy estar sentado con cara de tedio en mi cama es la única actividad que se me ocurre en este momento para no estar durmiendo, escribir es solo el plus de la noche, que siempre es generosa con las manos sobre teclas de laptop. Quisiera describir el estado apático que se cuela entre mi cabeza y mi ombligo y recorre por la espalda para subir a los ojos que se cierran lentamente, como si el tiempo estuviera igual de aburrido que yo y no quisiera ir a un segundo por segundo.

Pesa el cuerpo cuando está así, los pies cuelgan por el lado de la cama traposamente como secandose de una semana húmeda y larga, las vértebras se encorvan queriendo alcanzar estados horizontales pero son muscularmente retenidas en posición jorobativa porque si se les deja ganar, es entonces cuando el totalitario sueño se mete por los huesos y manda a uno a dormir antes de media noche.

Siempre imagino las noches aburridas como una especie de niebla caliente, incómoda, pesada; La luz del foco es mucho más amarilla que otros días y el desorden del cuarto se nota mucho más, los posters que no colgué y la ropa que no recogí están estáticos en su lugar como si ese fuera su destinación final, los libros cerrados no dejan salir a las palabras porque nadie los abre para dejarlas bailotear entre las páginas, nada se está moviendo ¿será que todo tiene la misma apatía que yo? Estan los libros de Italiano que no he repasado, la guitarra enclaustrada que no me doy por aprender, la chamarra de Arturo que se quedó colgada en una silla y me lo recuerda, esas rojas cortinas que buscan el suelo pero no lo llegan a alcanzar, cuadernos sin espacio para un dibujo o un apunte una mochila roja, los lentes chuecos sobre el escritorio en el que se apoya mi tablero de ajedrez, una nota del vips, la cartera que a punto de dar un brinco hacia el vacío cuelga de la esquina de la mesa y esta computadora que respira quedito para no molestarme, para no admitir que en la casa hay un silencio impecable, que se rompe con el repiqueteo de mis dedos en estos negros botones con letras.

Si en este momento se detuvo el tiempo me lo creo y si el sábado se rehusa a venir con su humor soleado entonces lo sabremos, por el momento solo queda vivir en estas eternas 10 de la noche que son el inicio de un entredía que se ve largo. Por el momento el viernes no acaba, el celular que se ve como lapida actúa también acorde, nadie platica por messenger, hace mucho frío y extraño mucho al que tomó un avión hoy a las 5 de la tarde. buena noche.

sábado, 11 de octubre de 2008

Cuando no viene nada...

Es por las noches que me da por escribir, pero hay muchas en que nomás no viene nada... hoy tampoco.

Hoy solo sé que no hay leche en el refrigerador, que no me gusta que la gente diga accesar en vez de acceder, que mi pieza favorita de ajedrez es la torre, que mañana tengo que trabajar aunque sea domingo, que mi cuarto necesita remodelaciones serias, que me compré una harmónica, que ya estoy aprendiendo a andar en bici, que YouTube es el mejor amigo del oscio, que me duele un poco la espalda, que el miércoles vuelo y que a mi teclado le falta una tecla.

Paz...